PLATO DEL DÍA
No tengo por costumbre freír los alimentos. Es más, casi nunca vi a mi madre freír ni carne, ni pescado excepto sardinas y madre de merluza enharinadas y alguna que otra vez muy de tarde en tarde patatas fritas, o eso es lo que recuerdo. Casi todo lo hacía a la plancha, hervido, al horno o a la brasa. Aprendí esta costumbre y la he continuado toda mi vida; salvo algún que otro rebozado que me pierde, porque su sabor me encanta. Ayer compré unos filetes de aguja de cerdo que me parecieron hermosos, y al llegar a casa dado que el envase llevaba 5 raciones, congelé 3 en crudo, y los otros dos los salpimenté, los pasé por huevo batido al que añadí ajo y perejil deshidratados, y luego los rebozé en pan rallado sin gluten, friéndolos con aceite de girasol hasta verlos dorados. El resultado fué delicioso; salió una carne tiernísima y gustosa; y disfruté uno de ellos acompañándolo con 50 gramos de puré de patata instantáneo, que me supo a gloria. De postre tomé un yogur de lima-limón, que con